Decís que estoy resentida con la vida.
Yo, que acabo de ganar una batalla
que me devuelve a ella con derecho.
Yo, que una vez más he decidido
que la soledad sea el tesoro
de esta libertad que en sí nos une.
Decís que estoy resentida con la vida.
Yo, que nadando en miedos
nutro el deseo de engendrarla,
porque vale el riesgo
única prueba de que todavía.
Decís que estoy resentida con la vida.
Y qué es la pasión
sino esos aullidos.
Y este sentir de agujas
que punzan mi amor
con veneno de palabras.
Resentida el día que esté muerta,
cuando en la oscuridad no sepa,
cuando el frío sea yo,
cuando el sol abrasador de los veranos que me toquen,
alguno incluso como éste,
pudra mis entrañas
mucho después de haberlas olvidado,
de habernos olvidado.
Yo, viva. Y muy contenta.
Madrid, mayo de 2003.-
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