DIÁLOGO

-¿Cómo que te vas a vivir con Antonio?
-Sí, mamá, y no empieces, por favor…
-¡Que no empiece! Hija, por Dios, ¡si ni siquiera lo conocés!
-Hace dos años que salgo con Antonio, mamá…
-¡Eso! ¿Y te parece tiempo suficiente? Yo con tu padre estuve seis años, y ni un pelo…
-Y eso te hizo sentir más segura al momento de casarte ¿no?
-Bueno, lo que se dice segura… Pero yo sabía todo de él… que los domingos al mediodía había que hacerle pasta, que le gustaban más los tangos que los boleros, que no me dejaba salir con ropa muy ajustada… lo que pensaba de la vida, bah…
-Y yo sé qué calzoncillos usa Antonio y no por eso estoy más o menos preparada... lo importante es que nos amamos.
-Amor!! Se llenan la boca hablando de amor, pero no saben lo que significa realmente.
-Eso suena a advertencia… ¿querés un café?
-cortado… Y no es una advertencia, es la verdad…
-Mamá, en cuestiones de amor no se puede hablar de ‘verdad’… es una afirmación muy dura para referirse a un sentimiento que es tan particular... Yo no podría definir el amor, por más que esté súper enamorada…
-Me das la razón, entonces.
-Razón, verdad… ¿te das cuenta? Imposible hablar de amor en esos términos…
-A ver, decime vos, licenciada, en qué términos hay que hablar del amor…
-Por ejemplo, yo lo veo a Antonio y todo lo que fue malo durante el día, pasa… Y si por el contrario en ese momento estoy alegre, siento que toco el cielo con las manos ¿me entendés? Es como que no puede haber felicidad más completa… Lo miro y me siento orgullosa de él, por todo lo que ha logrado estando yo a su lado y porque ahora lo quiera compartir conmigo… Lo mismo le pasa a él… Me siento segura, como centrada, no sé cómo explicarlo.
-Ana, sos muy joven todavía, te queda una vida por delante, un montón de experiencias que es mejor pasarlas siendo soltera…
-Mamá, qué decís, vos te casaste a los 21 y todavía siguen juntos…
-Justamente… No sabés las que te esperan… ¡30 años!... todos los días la misma rutina y la misma cara… las discusiones porque la plata no alcanza, su frustración callada y triste por el mismo trabajo desde siempre, la mía por los platos y la ropa…
-… y el té cuando estás enferma, y el ramito de violetas para inaugurar el invierno, y las caricias en el cuello cuando estás cansada, y los hijos…
-Pero vos estudiaste, se supone que tanto esfuerzo no debería terminar así…
-¡Mamá! ¡Que me vaya a vivir con Antonio no significa que tire todo por la borda!... al contrario… El amor te da fuerzas inimaginables, para ser todos los días un poco mejor, para seguir gustándole, para soñar un futuro en común, para hacerse viejitos juntos, así como vos y papá…
-Bueno, bueno, parece que de verdad estás enamorada… ¡porque imaginar la vejez como un idilio…!
-Es obvio que hoy no era el mejor día para darte esta noticia.
-Ya lo creo… Cuando le cuentes a papá…
-¿Qué?
-Nada, nada… Qué te parece si le hacemos milanesas con papas fritas para la cena… sabés que con eso…mitad de la batalla ganada, digamos… A propósito… ¿Cuánto decís que falta para el invierno?


Mónica Marenda.

No hay comentarios.: