Buenos Aires, ciudad psi


(Nota de apertura Revista Viva – Diario Clarín - 1999).

Los porteños podrían quejarse de cualquier cosa, menos de que les falten psicólogos: Buenos Aires es una especie de aldea ideal en la que hoy, por sus 200 kilómetros cuadrados, pululan 27 mil profesionales, entre psicólogos y analistas, agrupados en una decena de asociaciones de acuerdo a la orientación. Si bien no existen estadísticas oficiales ni mundiales, Buenos Aires tendría más psicólogos que París o Barcelona, uno por cada 164 habitantes.

En la Argentina hay un terapeuta por cada 974 posibles pacientes, privilegio que pronto deberá compartir con la República Oriental del Uruguay, en donde la relación es uno a 900. Bastante lejos quedan los Estados Unidos y Brasil, con 1.792 y 1.808 ciudadanos para cada profesional. Según un relevamiento del Ministerio de Salud de la Nación, desde 1957, cuando se creó la carrera, en la capital se matriculan 1.500 psicólogos promedio por año; es una profesión con un 80% de mujeres en toda su historia y la incidencia de títulos habilitantes de universidades privadas es de un 30%, contra un 10% de Medicina.

El fenómeno nació en 1942, cuando un grupo de médicos fundó en pleno Barrio Norte la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA). De allí surge el mito de Villa Freud, un perímetro circundado por la Avenida Santa Fe y la calle Charcas, desde Austria hasta Salguero, en donde todo psicoanalista hecho y derecho debía tener su consultorio. De aquellos tiempos, otro mito, el de las vacaciones en febrero: como es el mes más corto, los pacientes iban a sufrir menos la ausencia de terapia y terapeuta. "Es muy común que en pacientes con patologías graves se produzca una crisis en la época de las fiestas; los terapeutas trabajaban en enero para evitar recaídas, pero eso pasó a la historia", comenta el Licenciado Miguel Angel Tollo, presidente de la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires. El paso del tiempo y de la crisis hizo que las cosas cambiaran a la fuerza. Hoy muchos psicólogos no tienen medios como para salir de vacaciones y más de un paciente concurre a terapia en La Boca o Villa Urquiza. También hubo modificaciones de fondo después del auge inicial del psicoanálisis en los ‘60 y ’70, cuando conocer a Sigmund Freud implicaba pertenecer a una elite. Dictadura militar y represión de por medio, el fin de siglo junta en Buenos Aires a los seguidores del psicoanálisis, quienes intentan llegar al origen que provoca el síntoma, con los que cada día más adhieren a psicoterapias cortas -como gestalt y sistémica-, que atacan el conflicto trabajando con el cuerpo, las sensaciones y la relación del sujeto con su entorno.
"La terapia sistémica toma al individuo dentro del sistema donde está inmerso ya que sus problemas vienen de las diferentes formas de relacionarse, por eso apuntamos a modificar el problema del sujeto y la funcionalidad de su medio", explica la Licenciada María Ester Panizo, presidenta de la Asociación Civil de Psicoterapia Sistémica.
Por su parte, la Licenciada Susana Castro, miembro de la Asociación Gestáltica de Buenos Aires, aclara que su campo de trabajo es el "aquí y ahora" y que para llevar adelante con éxito esta tarea trabaja sobre los aspectos emocionales y el lenguaje corporal. "El eje conductor de este enfoque es contribuir al desarrollo de las potencialidades del hombre, aumentando su capacidad de auto conocimiento y auto asistencia", dice.
Aunque hablar de tiempos es arriesgado, tanto los psicoterapeutas gestálticos como sistémicos afirman que estas terapias tienen un resultado positivo en pocos meses pero que la duración la determina ‘el que padece’. Lo que aducen los psicoanalistas en su defensa es que quizás el síntoma se repita si no se llega a la causa que lo ocasiona y por eso el psicoanálisis puede requerir más tiempo.

Las costumbres cambiaron incluso en el aspecto económico; ahora no es viable la excusa de que la plata no alcanza ‘para eso’. Los aranceles están en relación directa con las posibilidades de cada paciente, dentro de un arco que va de 20 a 100 pesos por sesión, generalmente una vez por semana.
Aunque parezca un sueño, Buenos Aires es la ciudad psi y cualquiera que esté dispuesto puede acceder a sus beneficios.

Mónica Marenda

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