Conciencia

LA REALIDAD COMO NEUROSIS

"Algunos casos de neurosis obsesiva parecen manifestaciones de una religión privada y caricatural… El psicoanálisis ha descubierto pronto qué fuerzas pugnan entre sí hasta que sus conflictos llegan a crearse una expresión singular en el ceremonial de los actos obsesivos". (Sigmund Freud-Esquema del Psicoanálisis).

Crear y tomar conciencia. Esa parece ser la prerrogativa para el hombre contemporáneo (1): poder abordar y dominar esta realidad (2) desde un costado más humanitario. A eso parecieron abocados los medios de comunicación en la última década del siglo pasado, cuando su acción en la sociedad se hizo más imprescindible. A eso parecen abocadas hoy las organizaciones no gubernamentales. Entre ellos, una nueva ciencia, la estadística, y con todos cualquier ser humano que se considere digno hijo de esta Tierra (1). ¿Qué es lo que se juega en este hombre como para desear ser más humano? ¿Hay culpa por el progreso y el confort? ¿Teme las represalias del futuro, entendido aquí como lo que se viene en la propia sociedad de semejantes, los hijos y los hijos de sus hijos?
(1) Hombre contemporáneo o digno hijo de esta tierra: dícese de todo ser humano, sin distinción de sexo, caucásico, occidental y cristiano, mediana edad, educación media a universitaria, clase media en un país desarrollado, políticamente correcto.
(2) Esta realidad: Occidente. Unión Europea y Norteamérica. Alto índice de inmigración. Alto desempleo. A pesar de la globalización, un alto índice de nacionalismo. Permanentes guerras fuera de sus territorios.

"Si podemos aceptar como generalmente dadas las relaciones más generales de la vida anímica inconsciente (los conflictos de los impulsos instintivos, las represiones y las satisfacciones sustitutivas), y si hay una psicología abisal que conduzca al conocimiento de tales relaciones, es de esperar que la aplicación del psicoanálisis a los más diversos sectores de la actividad intelectual humana consiga por doquier resultados importantísimos".

"Se afirma multilateralmente la existencia de un instinto gregario especial innato, que determina la conducta social de los hombres e impulsa al individuo a la reunión en comunidades más amplias. El psicoanálisis ha de oponerse a esta tesis. Si el instinto social es también innato, puede ser referido sin dificultad a cargas de objeto originalmente libidinosas y se desarrolla en el individuo infantil como producto de la reacción a actitudes hostiles de rivalidad. Reposa en una forma especial de identificación con los demás". (Freud)

El hombre que transita los primeros años del siglo XXI es un ser social pero ante todo es, más que nunca, un individuo. En su afán de trascendencia cumple con las funciones que dicta la naturaleza y procrea (3), imponiéndose de este modo la fuerza de la vida (Eros), que le da perpetuidad a él y al grupo social al que pertenece, asegurando un futuro. Pero también es un ciudadano que ejerce sus derechos y trasciende, por ejemplo, a través de la elección de sus gobiernos, y con ellos, de la Ley. Allí está destinada la ‘energía’ social del individuo: a contribuir con el orden preestablecido y aceptado, renunciando a su vez a los instintos, en pos de la civilización. Cuando sus expectativas no se ven colmadas a través de los gobiernos, responsables de esta realidad, elige manifestarse de otra forma. Reprime sus ansias destructivas de un orden que no le complace (Tanatos) (4) y se vuelca hacia organismos paralelos que, en la mayoría de los casos, le sirven para hacer el bien. En este sentido, el orden establecido que él promueve funcionaría como el Yo del ser social y en consecuencia de la sociedad, que reprime a través de diversas convenciones los impulsos negativos inherentes al individuo, quien dentro de esta sociedad no perfecta se comportaría como el Ello. En consecuencia, deja lugar a las manifestaciones anteriormente descriptas (medios de comunicación masivos y ONG’s), que se convierten así en sublimaciones dirigidas a la evolución y cambio de esta realidad. Los elementos que se utilizan en la actualidad para tomar y crear conciencia, entonces, ocuparían el lugar del Súper Yo del sujeto social.
(3) No tanto como sus gobiernos quisieran, entre otras cosas para poder justificar más fehacientemente el rechazo a la inmigración.
(4) Los grupos nacionalistas extremos y la guerra no son tema del presente trabajo. Aunque se podrían encuadrar dentro de los síntomas patológicos de la presente realidad.

"Libido significa en el psicoanálisis, primeramente, la energía (concebida como cuantitativamente variable y mensurable) de los instintos sexuales orientados hacia el objeto…"

"La represión partía, regularmente, de la personalidad consciente (el yo) del enfermo y dependía de motivos éticos y estéticos; a la represión sucumbían impulsos de egoísmo y crueldad, que, en general, podemos considerar malos; pero, sobre todo, impulsos optativos sexuales, muchas veces de naturaleza repulsiva e ilícita. Así pues, los síntomas patológicos eran un sustitutivo de satisfacciones prohibidas, y la enfermedad parecía corresponder a una doma incompleta de lo inmoral que el hombre integra… la concepción de los síntomas patológicos como satisfacciones sustitutivas…En sentido filosófico, esta teoría tuvo que adoptar el punto de vista de que lo psíquico no coincide con lo consciente, y que los procesos psíquicos son, en sí, inconscientes y sólo por la función de ciertos órganos (instancias, sistemas) son hechos conscientes".

"El destino más importante de los instintos parecía ser la sublimación, en la cual son sustituidos por otros el objeto y el fin, de manera que el instinto originalmente sexual encuentra su satisfacción en una función no sexual ya y más elevada desde el punto de vista social y ético. (Freud)

Pero mientras este hombre contemporáneo genera ciertas manifestaciones sustitutivas que reflejan la incompletud del orden preestablecido aceptado y ofrece su energía como ‘tendencia sublimada’ para paliar los síntomas de una sociedad enferma –hambre, ignorancia, sometimiento de los más débiles, ruina ecológica, opresión económica-, incurre permanentemente en actos fallidos que se vuelven en contra del mejoramiento que pretende. Por un lado persevera en causas tan nobles como, por ejemplo, llevar alimentos a los hambrientos de la otra realidad (5), o brega por consumir cualquier tipo de energía de las llamadas ‘limpias’ que no contaminen ni devasten las reservas del Planeta, y por el otro, compra cada vez más coches nuevos, exige electrodomésticos cada vez más sofisticados y genera cada vez más basura doméstica. En este caso se trata de actividades promovidas por el orden preestablecido y aceptadas por el individuo–quién no se equivoca-, ya que en primera instancia otorgan satisfacción (6). Basta ver la publicidad actual, el 90% de la cual está dedicado a la promoción y venta de automóviles, electrodomésticos y comestibles. En ellas, los coches, por ejemplo, se pasean –en las más oníricas pocas veces se ve al conductor- por parajes impolutos, sin gente, en el medio del campo o la montaña, rodeados de verde (7). En este sentido, y gracias a su poder subliminal, la publicidad cumpliría en la sociedad el papel que los sueños tienen en el inconsciente del hombre. En los anuncios todos son bellos (8), jóvenes, sanos y felices, cuentan con un alto poder adquisitivo y, por ende, con casas inmensas, y tienen altísimas posibilidades de trabajar pocas horas y disfrutar sin culpas del tiempo de ocio ¡en el que pueden manejar por carreteras desiertas!
(5) Otra realidad: países occidentales y no occidentales del llamado ‘Tercer Mundo’.
(6) Aunque estén lejos de aportar signos positivos a la trascendencia.
(7) Extraño desde todo punto de vista: el hombre contemporáneo tal como está definido más arriba, ayuda al prójimo. Es decir, desea trascender en la vocación al otro. Cada día más deja atrás el campo y se vuelca a las ciudades, es más, no puede concebirse fuera de ella. Sin embargo, ‘sueña’ con parajes sin gente. Los espacios vacíos me privan de mi semejante pero a su vez me preservan de ese otro no semejante, el de la otra realidad.
(8) De belleza convencional: altos, rubios y de ojos celestes.

"La prueba de su utilidad para la explicación de la actividad psíquica no patológica la consiguió muy pronto el psicoanálisis con su aplicación a dos órdenes de fenómenos: a los frecuentísimos y cotidianos actos fallidos, tales como los olvidos y las equivocaciones orales y escritas, y a los sueños de los hombres sanos y psíquicamente normales… La fórmula según la cual el sueño es una satisfacción (disfrazada) de un deseo (reprimido), es la que mejor y más profundamente define la esencia del sueño". (Freud)

En este contexto, la pregunta que cabe es qué es crear conciencia, y si efectivamente los instrumentos que utiliza el hombre del siglo XXI, en esencia, sirven para asir la realidad desde un costado más humano o si, por el contrario, están destinados a dejarlo aislado en su propia comodidad. Sin posibilidad de construir una sociedad más justa para todos, según su prerrogativa. Estas manifestaciones sublimadas por el individuo social podrían tomarse como elementos de asociación libre que la conciencia u orden establecido brinda a la interpretación, junto con los sueños y actos fallidos.

"Se trataba ahora de utilizar el material que procuraban las ocurrencias del paciente como si apuntara a un sentido oculto y adivinar por él tal sentido".
"Los fenómenos de este orden: el olvido temporal de palabras y nombres perfectamente conocidos; el olvido de propósitos; las equivocaciones, tan frecuentes, en el discurso, la lectura y escritura; … siendo mostrado como rigurosamente determinado y reconocido como manifestación de intenciones retenidas de la persona… permanente o momentáneamente inconsciente". (Freud)

Los medios de información cumplieron, en la última década del siglo pasado, y aunque con menor vehemencia lo siguen haciendo, el rol de la justicia. No se limitan ya a informar sino que investigan, sacan a la luz, opinan, juzgan. Tan poderosa ha sido su influencia que se los ha llegado a denominar El Cuarto Poder. Se produjo un boom en las universidades, adonde cada vez más jóvenes concurrieron a estudiar para ser periodistas y convertirse en los justicieros de la sociedad. Una vez insertos en el mercado laboral, comprendieron que, en primera instancia, la finalidad de los medios como instrumentos de poderosos grupos económicos era hacer negocio, influir políticamente y servir al poder de turno. Y que la objetividad e información despojada de cualquier intención más allá de la de informar, era una utopía.
Fuera de los individuos directamente vinculados al oficio, lo que viene a cuento es si los medios reflejan la realidad o si el fárrago de tamaña cantidad de mensajes contribuye aún más a la desinformación general. Los medios de comunicación son imprescindibles, pero por sí mismos no sirven. Es decir que si
el hombre no intenta ir más allá de lo que ve reflejado en los medios, tomando una postura activa de lectura crítica, su percepción de la realidad se ve acotada, sesgada. Cualquiera podría pensar que esta afirmación no tiene asidero, ya que en esta realidad hay cientos de posibilidades de acceder a otra información gracias a la cantidad de publicaciones gráficas, canales televisivos, radios e Internet. Pero salvo poquísimas excepciones, en lo cotidiano todos hablan de lo mismo. Por épocas hay unos temas candentes y otros secundarios, pero en general se dice lo mismo. Entonces, qué pasa con lo que no se dice, adónde va a parar. Cómo puede el ciudadano acceder a aquello que se silencia. Y no se trata sólo de la información que se oculta, lo cual hasta podría considerarse un delito, sino aquello que intencionalmente se coloca como prioritario. Pero ¿desea el ser social enterarse de lo que no se dice? Un discurso monocorde acentúa el poder de los poderosos, dejando satisfecha de información a la ciudadanía, acunándola en un conformismo que limpia conciencias más que formarlas.
Tras 12 años de experiencia -la Cumbre de Río de Janeiro de 1992 fue su lanzamiento masivo-, las ONG's fueron concebidas para realizar con más conciencia el trabajo que antes hacían o deberían haber hecho los gobiernos. Enteramente volcadas al trabajo denominado ‘social’ o ‘comunitario’, pronto se convirtieron en las únicas encargadas de los seres más sufrientes del Planeta. La mayoría está situada lejos de los lugares de conflicto, por lo que una ONG europea, por ejemplo, está abocada a conseguir fondos para gentes que quizás nunca van a ver en su vida. En ellas el ser social realiza tareas al mismo tiempo constructivas y no peligrosas para el sistema, actuando activamente –trabajando- o pasivamente –haciendo donativos- en ellas.
Pero, al igual que como sucedió con el poder de los medios de comunicación masivos, el ser social comenzó a desconfiar de la profusión de este tipo de organizaciones. Las más antiguas ya eran conocidas –paradójicamente no como ONG’s, el caso típico es la Cruz Roja- pero fueron ganando cada día más prestigio al hacerse más presentes en los medios de comunicación, que de alguna manera las absorbió como noticia, las masticó y las devolvió a la gente. El ser social empezó a dudar sobre las buenas gestiones financieras y el correcto destino de los fondos, y comenzó a preguntarse si efectivamente estaban obteniendo resultados positivos en su intervención en el mundo pobre. De hecho, la llamada 'fatiga donante' existe. Aún cuando se permite cuestionar su efectividad, el ser social encuentra en las ONG’s una causa fácil de sublimar su deseo de bien, de tranquilizar la conciencia de forma políticamente correcta, y no quiere que le estropeen esta coartada. El individuo, a su vez, se siente redimido en su trascendencia actuando en causas tan nobles (9).
(9) Si no fuera así, no se explica cómo hay jóvenes que, por ejemplo, eligen pasar sus vacaciones en lugares tan inhóspitos como peligrosos, Ruanda por caso.
Entre ambas sublimaciones del ser social existe una nueva ciencia, la estadística, que contribuye más a la complacencia general que a la toma de conciencia. Una de sus definiciones dice que se trata del arte de la decisión en presencia de incertidumbre. Así, desde hace años los medios de comunicación se han percatado de que el ser social necesita tener certidumbres para poder seguir viviendo pacíficamente en este orden, y han optado por la decisión. Lo mismo sucede con las ONG’s, que en esencia se han formado para desactivar, en la medida de lo posible, los altos índices de desgracias que hay en la otra realidad. Los titulares de los periódicos están construidos con cifras escalofriantes para hablar de casi cualquier tema, y las campañas de las ONG’s apelan a estas cifras para poder llevar a delante sus propósitos. A mi entender, la conciencia de esas realidades se hace tan abstracta que si bien por un lado es posible hablar de porcentajes terribles, por el otro se hace improbable identificar y compadecer esa otra realidad. Perdido en las cifras, el ser social lee el periódico, dona su diezmo y vuelve al confort de su casa tan contento. En el camino casi no miró para los costados, dejando a sus gobiernos –esos que no lo satisfacen- la responsabilidad de solucionar los temas de aquí que tanto molestan.

"En el síntoma puede hallarse, junto a los rasgos de deformación, un resto de analogía con la idea primitivamente reprimida; los caminos seguidos por la génesis del producto sustitutivo se revelan durante el tratamiento psicoanalítico del enfermo, y para la curación es necesario que el síntoma sea conocido de nuevo y por los mismos caminos hasta la idea reprimida. Una vez reintegrado lo reprimido a la actividad anímica consciente, labor que supone el vencimiento de considerables resistencias, el conflicto psíquico que así queda establecido y que el enfermo quiso evitarse en la represión, puede hallar, bajo la guía del médico, una mejor solución que la ofrecida por el proceso represor". "Existen varias de estas apropiadas soluciones que ponen un feliz término al conflicto y a la neurosis y que, en casos individuales, pueden muy bien ser combinadas unas con otras. Puede convercerse a la personalidad del enfermo de que ha rechazado injustificadamente el deseo patógeno y hacerle aceptarlo en todo o en parte; puede también dirigirse este deseo hacia un fin más elevado y, por tanto, irreprochable (sublimación de dicho deseo), y puede, por último, reconocerse totalmente justificada su reprobación, pero sustituyendo el mecanismo –automático y, por tanto, insuficiente- de la represión por una condenación ejecutada con ayuda de las más altas funciones espirituales humanas, esto es, conseguir su dominio consciente". (Freud)

La realidad, tal y como está planteada, refleja que el ser social lleva en sí el deseo de cambio para bien. El está informado acerca de la realidad, y cree conocerla, por lo tanto instituye, en la medida de sus posibilidades, los mecanismos para paliarla. Al no ver reflejadas en el orden preestablecido o Ley estas intenciones, actúa por propia mano. Es cierto que la realidad es dinámica y la actualidad es hoy, con lo cual es posible tener esperanzas en que mientras haya seres sociales trabajando y pensando la civilización puede llegar a mejor puerto. Pero el confort es tentador, y escudarse tras determinadas omisiones es condenable. La sociedad está enferma, genera síntomas cada día más grandes y evidentes. Disfrazarlos para quedarse con la conciencia tranquila no es la solución.

Mónica Marenda

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