DONDE LAS MUJERES


DONDE LAS MUJERES, Alvaro Pombo.

En las primeras páginas de la novela los diálogos son costumbristas y banales: siempre corresponden a situaciones de la vida cotidiana. La gran mayoría de las charlas están acompañadas de acotaciones y reflexiones de la voz narradora, que no hace más que reforzar la rutina vivida, además de filtrar cierta información para conocer más de cerca hechos y personajes. Ella, la narradora, recrea en los diálogos esa atmósfera cierta, conocida, ese micro mundo de la isla, de la casa, de una familia de mujeres.
Sin embargo, a poco de avanzar, hay otro tipo de diálogos, entrecomillados e insertos en el texto sin sus consabidas -línea, texto, acotación-, que lo enriquecen porque hablan de temas más profundos para los personajes. El ejemplo paradigmático es la aparición, por primera vez en escena y en el diálogo entre madre e hija, del padre.
Es en esta primera referencia cuando el tono de los diálogos cambia: la voz del padre se mete en la historia intempestivamente y hace dar un giro a las conversaciones entre los personajes. Por un lado, el diálogo ausente entre el padre y Violeta –que se recreará más tarde sólo en la versión de la niña-, por el otro, el diálogo muy presente en el que la narradora se enfrenta por primera vez a otra versión de los hechos, esa que trae el padre y que instala, rompiendo un discurso hegemónico familiar de siete años.
En la novela, los diálogos están al servicio de un período de la vida en el que todo está por descubrirse; el paso de la niñez a la adolescencia y la adultez como una etapa hablada, en la que las hermanas sobre todo descubren sus nuevos mundos, unidos pero al mismo tiempo desgajados, a través de la palabra.
El otro gran diálogo aparece cuando la narradora se ve enfrentada a una verdad que desconocía: su verdadero origen. De nuevo las conversaciones se vuelven densas, con un contenido dramático que preanuncia el final.
Por último, la novela empieza con un diálogo y termina con un diálogo. En este sentido, los diálogos actúan a modo de cadencias en toda de la novela, marcando el ritmo de las estaciones, de los acontecimientos, del desenlace.


Mónica Marenda

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