GERUNDIANDO


Practicando estaba yo mis aptitudes para escribir cuando, de repente, los gerundios, empezando por uno cualquiera e invadiendo mi intimidad, aparecieron.
Intentando estuve toda la mañana que se fueran, pero resultó un esfuerzo en vano: quedándose y quedándose, se metieron en mi cabeza y no pude desterrarlos más.
De nada sirvieron los consejos de mi maestra que, insistiendo e insistiendo, me transmitió que los gerundios no son muy buenos para la escritura, condenando a los mismos de falsos magos que van por la vida fascinando a los desprevenidos
aspirantes. Instalando sus bases en mis momentos creativos, y disparando sus dardos cada vez que presentían mis fuerzas flaqueando, queriendo ayudar, me confundían.
Teniendo en cuenta lo grave de la situación y decidiendo lo mejor para mí, me sometí a un lavado de gerundios para ir evitando futuros inconvenientes. El resultado de tamaña empresa significó ver la vida con otros ojos. Nunca más iba a improvisar gerundios cuando escribiera, nunca más un gerundio como causa principal de una escritura pobre y redundante.
Los gerundios pueden ser usados cuando hay que hacer referencia a una acción que transcurre a la par de otra. Sin embargo, para que la escritura y la lectura sean más simples, la mejor decisión para nuestro trabajo es utilizar los verbos en sus tiempos simples, siempre que se respete la gramática correcta.
Moraleja: Usando pero no abusando.


MoMa



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