Ya desde el título el autor nos anticipa de qué va la obra. Son historias de la vida de un asturiano de Paniceiros que, tal como afirma el dicho, al pintar su aldea, pinta el mundo.
Relatos cortos y poesía dan cuenta de un espacio que se pasea entre lo mítico y lo fantástico, entre lo rural y lo que está tras la frontera de esa tierra, entre lo telúrico y la sabiduría universal. Bello habla de viajes iniciáticos, exilios, el campo, la despoblación, los campesinos, rescata leyendas de la tierra que lo vio nacer y de otras, hermanadas por la cercanía geográfica, por el destino común, por la cultura (gallegos, portugueses e irlandeses se confunden con y entre asturianos de pura cepa). Habla también de la importancia de la lengua como sinónimo de identidad. Y habla de la Naturaleza, con mayúsculas, esa que le permite crear una cosmogonía tan particular que refleja a su vez la de cualquier parte del mundo.
Jorge Luis Borges, citado continuamente por el autor, ha dicho que cada hombre construye su catedral. Bello coloca uno a uno los relatos como ladrillos, fraguándolos con historias maravillosas y personajes entrañables, fácilmente reconocibles para todo aquel que ha tenido un pueblo. Sitio añorado, como la infancia que fue o la juventud que ya se presiente ida. En este sentido, ‘Historia…’ es evocativa de cabo a rabo, pero no con una mirada melancólica sino fabulosa.
La obra también remite a John Berger y Puerca Tierra: ambas hablan de un campesinado a punto de extinguirse como clase y de una vida rural que se destruye progresivamente, absorbidos ambos por la economía contemporánea y un proceso de industrialización galopante que los empuja a las ciudades. De hecho, Paniceiros forma parte de los pueblos abandonados de Asturias, esos que nunca fueron multitudinarios pero que ahora dan significado a una ruta de la desolación. Berger sitúa Puerca Tierra entre las décadas del 60 y 70, fecha de la niñez y adolescencia del autor de ‘Historias…’, tiempo en el cual se centran la mayor parte de los relatos.
El nombre del libro remite también a "Historia Universal de la Infamia", de la cual Borges ha expresado que es un ‘ejercicio de prosa narrativa’. Y eso parece también esta obra de Bello, un ejercicio; parece he dicho: se trata de otro guiño del autor, ya que cada relato o poesía encuentra inmediatamente en el otro y en sí mismo su prueba de unidad. Parafraseando al escritor argentino, ‘son el irresponsable juego de un tímido que no se animó a escribir cuentos y que se distrajo en falsear y tergiversar (sin justificación estética alguna) ajenas historias’. Porque si bien Bello habla por su propia historia, rescata la tradición oral de Paniceiros, y con ella la de tantos otros pueblos parecidos del resto del mundo.
Historia Universal de Paniceiros está escrita en un lenguaje llano pero a su vez plagado de metáforas. Su fluidez facilita la lectura pero a su vez deja ese gusto que siempre da la buena literatura. Lo único que reprocho a Bello es un cierto tufillo intelectual o erudito en la cita constante de decenas de autores, todos prestigiosos e incuestionables, que evidentemente han marcado su formación literaria. Esto puede agobiar al lector común (se supone que alguien escribe un libro para acceder a la mayor cantidad de gente) y se contradice con la esencia de sencillez que trasunta la obra.
Por todo lo que he expresado anteriormente creo firmemente que se trata de un libro original que tendrá aceptación. Sobre todo por parte de aquel público ávido de buenas historias bien contadas, de nuevas fábulas con sabor a algo ya conocido y vivido. Experiencias vitales de una parte del mundo llamada Paniceiros, tan diferente y tan igual a esa aldea que todos llevamos dentro.
Mónica Marenda
Relatos cortos y poesía dan cuenta de un espacio que se pasea entre lo mítico y lo fantástico, entre lo rural y lo que está tras la frontera de esa tierra, entre lo telúrico y la sabiduría universal. Bello habla de viajes iniciáticos, exilios, el campo, la despoblación, los campesinos, rescata leyendas de la tierra que lo vio nacer y de otras, hermanadas por la cercanía geográfica, por el destino común, por la cultura (gallegos, portugueses e irlandeses se confunden con y entre asturianos de pura cepa). Habla también de la importancia de la lengua como sinónimo de identidad. Y habla de la Naturaleza, con mayúsculas, esa que le permite crear una cosmogonía tan particular que refleja a su vez la de cualquier parte del mundo.
Jorge Luis Borges, citado continuamente por el autor, ha dicho que cada hombre construye su catedral. Bello coloca uno a uno los relatos como ladrillos, fraguándolos con historias maravillosas y personajes entrañables, fácilmente reconocibles para todo aquel que ha tenido un pueblo. Sitio añorado, como la infancia que fue o la juventud que ya se presiente ida. En este sentido, ‘Historia…’ es evocativa de cabo a rabo, pero no con una mirada melancólica sino fabulosa.
La obra también remite a John Berger y Puerca Tierra: ambas hablan de un campesinado a punto de extinguirse como clase y de una vida rural que se destruye progresivamente, absorbidos ambos por la economía contemporánea y un proceso de industrialización galopante que los empuja a las ciudades. De hecho, Paniceiros forma parte de los pueblos abandonados de Asturias, esos que nunca fueron multitudinarios pero que ahora dan significado a una ruta de la desolación. Berger sitúa Puerca Tierra entre las décadas del 60 y 70, fecha de la niñez y adolescencia del autor de ‘Historias…’, tiempo en el cual se centran la mayor parte de los relatos.
El nombre del libro remite también a "Historia Universal de la Infamia", de la cual Borges ha expresado que es un ‘ejercicio de prosa narrativa’. Y eso parece también esta obra de Bello, un ejercicio; parece he dicho: se trata de otro guiño del autor, ya que cada relato o poesía encuentra inmediatamente en el otro y en sí mismo su prueba de unidad. Parafraseando al escritor argentino, ‘son el irresponsable juego de un tímido que no se animó a escribir cuentos y que se distrajo en falsear y tergiversar (sin justificación estética alguna) ajenas historias’. Porque si bien Bello habla por su propia historia, rescata la tradición oral de Paniceiros, y con ella la de tantos otros pueblos parecidos del resto del mundo.
Historia Universal de Paniceiros está escrita en un lenguaje llano pero a su vez plagado de metáforas. Su fluidez facilita la lectura pero a su vez deja ese gusto que siempre da la buena literatura. Lo único que reprocho a Bello es un cierto tufillo intelectual o erudito en la cita constante de decenas de autores, todos prestigiosos e incuestionables, que evidentemente han marcado su formación literaria. Esto puede agobiar al lector común (se supone que alguien escribe un libro para acceder a la mayor cantidad de gente) y se contradice con la esencia de sencillez que trasunta la obra.
Por todo lo que he expresado anteriormente creo firmemente que se trata de un libro original que tendrá aceptación. Sobre todo por parte de aquel público ávido de buenas historias bien contadas, de nuevas fábulas con sabor a algo ya conocido y vivido. Experiencias vitales de una parte del mundo llamada Paniceiros, tan diferente y tan igual a esa aldea que todos llevamos dentro.
Mónica Marenda
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