MENTE EN BLANCO


Cada vez que me siento a escribir, mi cabeza está, literalmente, en blanco. De a poco, los conceptos comienzan a fluir y las palabras a brotar. El fruto de tamaño esfuerzo esese texto que, comúnmente, necesita una revisión. Realmente, transmitir en forma simple cualquier mensaje implica la máxima concentración porque lo que quiero comunicar es, invariablemente, un embrollo. Entonces, simplemente y con paciencia, vuelvo al principio, a la mente en blanco.
Si yo les preguntara qué palabras eliminarían del texto que encabeza este susurro, seguramente la lista estaría repleta de los adverbios utilizados, incluido este último. Según el diccionario de la Real Academia Española, los adverbios son una parte invariable de la oración cuya función es modificar
el sentido de un verbo, de un adjetivo o de otro adverbio (¡¿?!). De verdad, no estoy capacitada para explicarlo con otras palabras. Lo cierto es que en los textos que nos toca escribir por nuestro trabajo, los adverbios deberían ser juzgados y condenados a cadena perpetua. Con el aliciente de
poder compartir la celda con los adjetivos.
¿Por qué tanta animosidad? En principio, porque en general los adverbios tienen demasiadas letras en una sola palabra. Y, como ustedes sospecharán, en estas épocas de crisis no se puede desperdiciar el precioso y limitado espacio que queda en los medios para las noticias (¡no se me enoje el equipo de marketing!!!!). Segundo, porque los adverbios que están más arraigados en el discurso cotidiano -los de modo- sirven para enfatizar el significado, con intenciones dudosas.
Ya sé, ya sé, a esta altura me pueden decir: ¿Entonces cómo cuernos escribimos si podemos usar cada vez menos recursos lingüísticos? NOOOO, NOOOOOOO, NOOOOOOOOOOOOO, como diría Irma Yusid. El lenguaje es mucho más generoso de lo que cualquiera puede imaginar, y si creemos que sólo por utilizar adverbios y/o adjetivos lo enriquecemos, vamos por el camino equivocado. Más, si pensamos que gracias a ellos lo hacemos más creíble.
Piensen un minuto en el discurso de los políticos. Cada vez más deben reforzar con adverbios un mensaje fracasado de antemano, por lo inútil que resulta al querer ser efectivo. Nuestros últimos presidentes usaron, con demasiada asiduidad, ciertos adverbios que intentaron dar credibilidad a sus promesas:
"Realmente estoy convencido de que este es el mejor camino para todos..."; "Sinceramente, quiero decirles que vamos a trabajar para que Argentina salga adelante..."; "Estoy persuadido de que la gente sabrá que estas medidas son, verdaderamente, la mejor opción que puede tener el país..."
(Para análisis del discurso, consultar con la Lic. Paula Rossi).
Mmmmm..., disculpen esta desconfianza mía que parece estar siempre al borde mismo del más descorazonador escepticismo. Pero lo cierto es que ¡no les creo nada!
Evidentemente, efectivamente, naturalmente, indudablemente, de reales, sinceros y verdaderos, tienen poco y nada.
Por eso propongo, de nuevo, que demos contenido a nuestro discurso. Con un lenguaje rico, al que se llega con unos kilos de lectura, unos gramos de interés, una pizca de mente en blanco, y concentración a gusto.
OPCIONES PARA REEMPLAZAR ADVERBIOS:
Actualmente: en la actualidad, hoy por hoy, en estos días/tiempos.
Generalmente: por lo/en general.
Realmente: en verdad, en realidad.
Verdaderamente: en verdad, en rigor de verdad, de verdad.
Casualmente: por casualidad.
Ciertamente: por cierto.
Semanalmente, diariamente, mensualmente: por semana, a diario/por día, por mes.
Simplemente: en forma/de manera simple.
Solamente: sólo si, con solo.
Últimamente: los últimos días/meses.
Principalmente: como principal, sobre todo.
Básicamente: en esencia.
Usualmente: por costumbre, por lo general, en general, es usual que.
Fácilmente: de manera/de forma fácil.
Localmente: en el país, en Argentina, en otra/o ciudad/región/país.


MoMa

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