Toda mirada es relativa y responde a la subjetividad del observador. Cuando un narrador cuenta su historia la mira con los propios ojos, situado en un lugar el tiempo. Ante la pregunta "¿Qué viene después del pasado?", la respuesta lógica sería "el futuro". Sin embargo, si un escritor y/o periodista relata un hecho desde el presente pero posicionado en el pasado, lo que sigue a este tiempo es el potencial. Desde mi punto de vista, el potencial simple es un tiempo de verbo virtual, que ayer fue futuro y hoy ya es pasado. Como en el tango (*), carga con "la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser" (*Cuesta Abajo-Gardel y Le Pera).
Así como virtual, también se me aparece como un tiempo de verbo que 'queda bien', que da un aura de intelectualidad porque es sinónimo de 'lenguaje elaborado'.
Por si no les quedó claro en las columnas previas, soy adicta a la tevé. Me encanta, en el sentido literal de la palabra. Quizás debiera ser más benévola para conmigo y aclarar que, más que la tele, me fascina la imagen en sí, y el discurso que alguien emite por sobre ella, tanto en el género de ficción como en documentales o programas de interés general. Así, casi todas las noches cuando llego a mi casa, mientras limpio, cocino o me baño, la tele permanece imperturbable pero encendida. Fue de esta manera como descubrí que muchos informes, tanto en noticieros como en unitarios, abusan del potencial, quizás con la intención de parecer más serios o eruditos. Un caso paradigmático es el de los especiales que, sobre las estrellas del plató argentino, realiza y conduce los lunes por la noche Luis Majul. Todo, pero todo, todo, todo el programa -gran-informe-gran-, está narrado en potencial. Claro, son historias de vida: el guionista las mira desde el aquí y ahora pero se basan en el pasado de la stars de turno. Entonces, en un festín pantagruélico, el encargado de dar letra para el off abusa del potencial. No puedo reprocharle desconocimiento, porque lo utiliza bastante bien. But... is too much!
Un ejemplo (conste que invento porque no me senté a tomar nota):
"Susana Gimenez era por entonces ama de casa y madre ejemplar pero no se sentía feliz. Nadie pensó que el futuro le depararía una vida de glamour sin parangón: en pocos años, se convertiría en la muchacha que con sólo hacer shok! paralizaría al país. En 1962 se presentó a un casting publicitario, aunque la fama tardaría unos meses en llegar. Fue en 1965 cuando conoció a Héctor Cavallero, quien se convertiría en su manager, la haría famosa en poco tiempo y sería su pareja por muchos años. Si bien este amor se terminó, la pasión aparecería nuevamente en el camino de Susana el día en que conoció a Carlos Monzón, de quien diría unos meses más tarde: 'Es el mejor amante que he tenido'. Nadie dudó de que era el frenesí lo que dominaría esta relación; de todos modos, ella intentaría enseñarle buenos modales al boxeador, misión que resultaría infructuosa y que determinaría la decisión de la diva por dejarlo".
Yo definí el abuso del potencial como un festín pantagruélico. A la luz de lo que suelo escuchar en la tele un día cualquiera por la noche, y de acuerdo a lo que recién terminaron de leer, ¿no estarían de acuerdo conmigo?
Esperaría gustosa sus comentarios. Pero estoy detenida en medio de un pasado que me condena y un futuro que, por ahora, no ha dictado su veredicto. ¡Soy un sería!
¡No me peguen, soy virtual!
La tele me juzgará.
MoMa
Así como virtual, también se me aparece como un tiempo de verbo que 'queda bien', que da un aura de intelectualidad porque es sinónimo de 'lenguaje elaborado'.
Por si no les quedó claro en las columnas previas, soy adicta a la tevé. Me encanta, en el sentido literal de la palabra. Quizás debiera ser más benévola para conmigo y aclarar que, más que la tele, me fascina la imagen en sí, y el discurso que alguien emite por sobre ella, tanto en el género de ficción como en documentales o programas de interés general. Así, casi todas las noches cuando llego a mi casa, mientras limpio, cocino o me baño, la tele permanece imperturbable pero encendida. Fue de esta manera como descubrí que muchos informes, tanto en noticieros como en unitarios, abusan del potencial, quizás con la intención de parecer más serios o eruditos. Un caso paradigmático es el de los especiales que, sobre las estrellas del plató argentino, realiza y conduce los lunes por la noche Luis Majul. Todo, pero todo, todo, todo el programa -gran-informe-gran-, está narrado en potencial. Claro, son historias de vida: el guionista las mira desde el aquí y ahora pero se basan en el pasado de la stars de turno. Entonces, en un festín pantagruélico, el encargado de dar letra para el off abusa del potencial. No puedo reprocharle desconocimiento, porque lo utiliza bastante bien. But... is too much!
Un ejemplo (conste que invento porque no me senté a tomar nota):
"Susana Gimenez era por entonces ama de casa y madre ejemplar pero no se sentía feliz. Nadie pensó que el futuro le depararía una vida de glamour sin parangón: en pocos años, se convertiría en la muchacha que con sólo hacer shok! paralizaría al país. En 1962 se presentó a un casting publicitario, aunque la fama tardaría unos meses en llegar. Fue en 1965 cuando conoció a Héctor Cavallero, quien se convertiría en su manager, la haría famosa en poco tiempo y sería su pareja por muchos años. Si bien este amor se terminó, la pasión aparecería nuevamente en el camino de Susana el día en que conoció a Carlos Monzón, de quien diría unos meses más tarde: 'Es el mejor amante que he tenido'. Nadie dudó de que era el frenesí lo que dominaría esta relación; de todos modos, ella intentaría enseñarle buenos modales al boxeador, misión que resultaría infructuosa y que determinaría la decisión de la diva por dejarlo".
Yo definí el abuso del potencial como un festín pantagruélico. A la luz de lo que suelo escuchar en la tele un día cualquiera por la noche, y de acuerdo a lo que recién terminaron de leer, ¿no estarían de acuerdo conmigo?
Esperaría gustosa sus comentarios. Pero estoy detenida en medio de un pasado que me condena y un futuro que, por ahora, no ha dictado su veredicto. ¡Soy un sería!
¡No me peguen, soy virtual!
La tele me juzgará.
MoMa
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